miércoles, 10 de septiembre de 2008

XUE DA Y YIN LING



(Cuento de la nacionalidad hui)

Mucho tiempo atrás, había muy lejos de la ciudad una montaña llamada Ganchailing, bajo la cual se hallaba una ensenada. El terreno del lugar era fértil y las flores se abrían por doquier. Era un lugar maravilloso.
Allí vivían treinta familias pobres, a las cuales había unido el deseo de escapar de las dificultades. Entre ellos todos eran iguales, y transcurrían su existencia como una familia compartiendo las alegrías y las penas. Subsistían gracias al trabajo de sus propias manos, cultivando los campos y cazando.
Entre ellos había un joven llamado Xue Da, que siendo muy niño llegó a la ensenada con sus padres. Luego, lamentablemente éstos murieron y él se quedó huérfano. Desde entonces las demás familias lo trataron como un hijo propio, cuidándolo y educándolo. En la misma aldea habitaba una viuda de apellido Li que tenía una hija única de nombre Yin Ling. Madre e hija eran especialmente buenas con Xue Da. El consideraba a la gente de la aldea como a sus propios parientes. La viuda Li era para él como su madre, y Yin Ling como su propia hermanita.
Xue Da fue desde pequeño muy valiente y laborioso: al llegar a los diecisiete años se mostraba guapo, atrevido, fuerte y experto en todo tipo de artes marciales. Sobre todo, era muy diestro con el arco y la flecha. No había un tiro que no acertara y no existía animal de la montaña que a su encuentro lograra escapar. Al mismo tiempo era un buen labrador y lo que él plantaba crecía muy bien. Cierto día, Xue Da fue a cazar a la montaña y se encontró con un viejo de pelo blanco que le regaló un arco milagroso y tres flechas de oro. Desde entonces, no hubo animal feroz, ni demonio transformado en árbol o montaña, que no muriera bajo sus flechas de oro.
Yin Ling había cumplido los quince años siendo una jovencita alegre y delicada. Los pájaros y flores que bordaba parecían reales y la gente se peleaba por comprar las telas que ella tejía. Cantaba muy bien y su voz era como una campanilla de plata, así de clara y fascinante. Cuando ella cantaba hasta los pájaros y los pequeños animalitos la rodeaban para escucharla. Un día la joven fue a la montaña a recoger leña y se encontró con una anciana bondadosa que le obsequió con una flauta prodigiosa. No importaba cuan cansado estuviera uno, con sólo escuchar su música la fatiga se le esfumaba de una vez.
Xue Da y Yin Ling siempre ayudaban efusivamente a los demás. Ellos repartían entre los aldeanos la caza del día o la leña que se había recogido. Ayudaban a quien estuviera en dificultades y de esta manera vivían felices y en paz con los demás.
Pero hubo un año en que los aldeanos contrajeron una enfermedad. A todos los que se enfermaban les empezaba, poco a poco, a crecer el estómago. Era una especie de edema abdominal muy difícil de curar. El mal se fue extendiendo por toda la aldea y los enfermos eran cada vez más. Estos se lamentaban dolorosamente bajo la tortura del mal. Al ver a sus allegados sufrir, Xue Da y Yin Ling se sentían muy tristes y decidieron sacrificarlo todo para acabar con el sufrimiento de los demás. En la aldea había un señor Ma que había estudiado un poco de medicina. Los jóvenes llegaron hasta él para preguntarle qué clase de enfermedad era aquélla y cómo se podía curar.
- Es una especie de edema abdominal – dijo el hombre – un poco difícil de curar. Sin embargo, dicen que hay un método de cura, pero dos de las medicinas que se necesita son difíciles de conseguir. Una es bilis de leopardo, y la otra, una hierba medicinal llamada Malianxian. Con ambas medicinas hay cura. Pero hay que conseguirlas en el plazo de tres meses, de otra manera los afectados ya no podrán sanar.
Los dos jóvenes escucharon las palabras del señor Ma y decidieron dividirse encabezando dos grupos para ir a buscar los remedios. Luego le preguntaron al señor Ma dónde podían conseguir esos dos elementos. El hombre contestó, como si estuviera recordando y pensando a la vez:
- Según he escuchado decir a los viejos, en la cueva Xiangu del precipicio Wanshi hay un leopardo. Sólo sale una vez al año de la cueva, y lo hace durante la canícula. Luego llegó a la cueva un demonio y desde entonces nadie ha vuelto a atreverse a ir. La montaña donde se encuentra la hierba Malianxian está muy lejos de aquí, y se llama Montaña de las Diez Mil Flores. Para llegar hasta allí hay que pasar por la Gruta de los Diez Mil Pájaros, donde hay extrañas aves muy feroces. En general, este lugar es imposible de pasar.
Los jóvenes no sólo no se amedrentaron al escuchar las dificultades y el peligro para conseguir las hierbas sino que, por el contrario, reafirmaron más su decisión de ir por ellas.
Así, Xue Da con cuatro muchachos y Yin Ling con cuatro chicas formaron dos grupos y partieron.
Xue Da y los cuatro jóvenes no paraban ni de noche ni de día camino al precipicio. Para llegar allí tenían que atravesar seis grandes montañas y seis profundos valles. Los que fueron con Xue Da se asustaron nada más ver los picos escarpados de las montañas y seis profundos valles. Los que fueron con Xue Da se asustaron nada más ver los picos escarpados de las montañas y la profundidad de los valles y regresaron todos. Sólo quedó Xue Da, que después de pasar por miles de fatigas y sufrimientos atravesó las seis montañas y los seis valles, y llegó al precipicio. Allí vio infinidad de clases de hierbas y vegetación desconocidas para él y hermosos pájaros que nunca había visto antes sobre las ramas de los árboles. Todo tipo de animalitos jugaban libremente. Xue Da no hizo caso de la belleza del paisaje sino que corrió enseguida a refugiarse en la cueva que quedaba al frente para esperar al leopardo. Cuando sentía hambre mataba algunos animales y saciaba la sed con agua de fuente. Así esperó mucho tiempo. Cierto día Xue Da se dio cuenta de pronto que los pájaros de los árboles se habían ido uno a uno mientras los animalitos asustados también habían escapado. Todo el precipicio había quedado en silencio. Por su sensibilidad especial de cazador ya había adivinado que iba a aparecer algún animal feroz. Entonces se escondió en la cueva, preparó el arco y la flecha, y se quedó observando atentamente. Al ratito un esplendor rojo se proyectó desde la cueva Xiangu, iluminando de sangre toda la montaña y el valle. Enseguida del resplandor salió de la cueva el espíritu de un feroz leopardo. Xue Da, contentísimo, colocó en su arco milagroso dos flechas, las cuales dieron en los ojos del animal. El leopardo saltaba y gruñía del dolor. El joven, ni lerdo ni perezoso, aprovechó la oportunidad para coger la horquilla de caza, abalanzarse y matarlo. Luego le quitó la piel, la bilis, y emprendió victorioso el camino de regreso.
Al separarse de Xue Da, Yin Ling había partido con cuatro muchachas den busca de la hierba medicinal. Caminaron y caminaron quién sabe cuánto tiempo hasta llegar por fin a la Cueva de los Diez Mil Pájaros. Las muchachas miraron hacia el interior y sólo vieron que era muy profunda y oscura. Del interior salían sonidos como para ponerle a cualquiera los pelos de punta. Algunos pájaros enormes y feroces que hacían guardia en la entrada de la cueva miraban fijamente y con odio a las muchachas. Las compañeras de Yin Ling se aterrorizaron con lo que vieron y tocando retirada se volvieron a la aldea. Aunque Yin Ling también estaba muy asustada pensó en la amenaza de muerte que pendía sobre los aldeanos y se llenó de coraje. Comenzó a tocar la flauta y los extraños pájaros, al escuchar aquel sonido, se quedaron dormidos. Yin Ling aprovechó la oportunidad para atravesar la cueva y así llegó a un valle. En ese momento sintió hambre y se dispuso a buscar algo para comer. De pronto divisó una choza de paja sobre una colina no muy lejana. Delante de la choza estaba sentado un viejo bondadoso de pelo blanco. Yin Ling fue a saludar al viejo y a explicarle la razón de su llegada. También le preguntó cuál era el camino para llegar hasta la Montaña de las Diez Mil Flores. El viejo no dijo nada, se levantó, entró al cuarto y le trajo a la joven un plato de sopa y una torta. Una vez que la muchacha hubo comido el anciano le señaló el camino hacia esa montaña y en un destello desaparecieron viejo y choza. Después de haber comido Yin Ling se sentía con más energías y siguiendo el rumbo señalado por el anciano se dirigió a la Montaña de las Diez Mil Flores, donde llegó por fin luego de caminar tres días con sus noches. Qué hermosa era la montaña. Por todas partes crecían todo tipo de flores que ella nunca había visto. Sin embargo, no perdió tiempo mirando el paisaje sino que se dedicó a buscar la hierba medicinal. Buscó un rato y de pronto descubrió que lo que ella buscaba crecía en la ladera de la montaña. Contentísima, se dispuso a subir. Al llegar a la ladera descubrió que la hierba estaba dentro de la canasta floreada de una muchacha vestida con falda roja y con flores rosadas en el pelo. La joven de la canasta le sonrió a nuestra heroína, preguntándole por qué había ido hasta allí. Entonces Yin Ling le contó el porqué de su viaje. La otra observó su instrumento y le pidió que tocara un poco para ella. Ante su ruego Yin Ling, ejecutó un trozo. Pero ¿cómo se iba a imaginar que al tocar iban a aparecer treinta muchachas de vestido azul y flores azules en el cabello, cuarenta niños que llevaban sombreros con dos plumas y dos ramos de flores rojas y vestidos de azul y cuarenta niñas de rojo, con trenzas y dos ramos de grandes flores rosadas.
Ellos rodearon a Yin Ling y le pidieron que siguiera tocando. La joven pensó un poco y a través de la música expresó las desgracias y sufrimientos de los aldeanos. La triste melodía hizo que los demás derramaran lágrimas de compasión. Entonces llenaron en un chasquear de dedos una canasta con la hierba Malianxian y otras hierbas medicinales y se la regalaron a Yin Ling. Luego, la primera muchacha dirigió a Yin Ling hasta un precipicio y le ordenó mirar hacia la dirección que ella señalaba. Yin Ling pudo ver que los enfermos de la aldea eran cada vez más, y muchos estaban ya a punto de expirar. Los llantos cubrían toda la aldea y los aldeanos anhelaban que ella llegara con la hierba Malianxian. Al ver este panorama Yin Ling se quedó más triste e intranquila y ¡cómo hubiera deseado tener alas para llegar allá volando con las preciosas medicinas! En ese momento la otra joven adivinó los pensamientos de Yin Ling. Le mandó cerrar los ojos, la sopló y Yin Ling llegó volando a su aldea. De esta manera, los valientes y laboriosos Xue Da y Yin Ling, consiguieron antes de los tres meses por sobre las dificultades y peligros, la bilis de leopardo y la hierba medicinal Malianxian, salvando a los aldeanos del peligro de muerte y al poblado de la desgracia. Todo el mundo se quedó muy agradecido y a proposición de todos los aldeanos les celebraron una fastuosa boda haciendo que se convirtieran en marido y mujer. Desde entonces, la gente de este lugar comenzó a entonar canciones de felicidad.

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